Es verdad que el gran problema en España es su unidad y éste debiera ser el faro que iluminara las decisiones de los partidos políticos. El problema es el cambio de paradigma que sufre nuestra sociedad. Hay un hombre nuevo, con nuevos no valores, mediocre en general, sin ningún tipo de referencia moral o de principios, relativista, guiado por el interés propio, que acepta cualquier contubernio, que si el acuerdo supone ganancia, vale; en una palabra un modelo de hombre en el que claramente predomina que el fin sí justifica los medios.

Yo me declaro claramente como un dinosaurio que me quedé en los 70, incluso en mis gustos musicales, con contadas excepciones. Por ello, soy consciente que mis reflexiones no están a la moda. Sólo escucho esradio y leo Libertad Digital y OKdiario, para situaros a los que me leéis. Sin embargo, las opiniones de sus estrellas y algunos invitados, que en general respeto, en esto son muy contrarias a las mías. Pero acudo a estos medios a intentar estar informado, porque creo que son los únicos medios que defienden España e ideológicamente creen en la persona y en la libertad. Esto les infiere un halo de objetividad a la hora de presentar la información, tal cual es.

Estoy oyendo insistentemente que lo mejor para España es que Cs pacte con el PSOE un gobierno de estabilidad imponiendo una serie de principios que salvaguarden a España de la destrucción que supondría el pacto con comunistas y separatistas. El papel lo aguanta todo. El problema es que este supuesto pacto del mal menor lo firmarían 2 partidos de los que es difícil poder fiarse. El PSOE por su identidad traidora y Cs por su debilidad de carácter y falta de criterio.

El éxito de los sistemas de representación y gobierno políticos radica en la valía de las personas que están al frente. Cuando Aristóteles hablaba de la ciudad ideal, la ciudad de los mejores en la que cada persona ocupara el lugar que su capacidad le confería en pro del bien común, apuntaba una idílica solución sobre el papel aunque partía de que los hombres son desiguales y deben aceptar sabiamente su condición humana. El tiempo nos ha conducido a elegir la democracia como el sistema menos malo para el progreso y beneficio de las mayorías. Y el resultado, sin ninguna duda, lo avala. Pero hoy vivimos en España un tiempo de medianía en el que tanto la sociedad, como el pueblo llano y la casta política destacan por su vacío moral y relativismo. Un gobierno y parlamento integrado por personas amorales y elegida por tontos útiles, claramente nos conduce al desastre.

Yo veo en VOX nuevos caballeros con nobleza, rectitud de carácter y fortaleza, vírgenes en la política -lo que es una cualidad y una ventaja- con ideas claras y pasión por defender unos principios de justicia y servicio a la persona, apostando por la vida y la libertad. Orgullosos del legado de España en el mundo y su contribución al progreso. El respeto en sus acciones, acompañado de firmeza en sus convicciones, apunta hacia una sociedad aristotélica en la que sea posible que cada persona desarrolle sus capacidades y sueños al margen de la corrupción política que nos asola.

Se puede estar en desacuerdo con VOX, pero no se pueden establecer cordones sanitarios contra un partido que acepta las reglas del juego y propone, y de hecho condiciona, un debate limpio en Las Cortes. Ese cordón debería ser aplicado contra los que quieren imponer su modelo saltándose la ley y la Constitución. Podemos y separatistas vascos y catalanes con el beneplácito del PSOE están en ello. Por eso, yo no me creo que las manos blanditas de Rivera para tratar con la izquierda vaya a ser capaz de corregir la clara intención de Sánchez de romper la España de la Transición. Si metes una manzana verde doncella en una cesta de reinetas podridas, el resultado será que la doncella será ultrajada y corrompida.

¿Quién se cree que Sánchez va a cambiar para bien?
¿Quién confía en que el PSOE se va a convertir en defensor de la Monarquía Parlamentaria?
¿Quién mira a Rivera y siente que es nuestro Cid Campeador?

Yo no creo que haya que rescatar a Sánchez de nada, mas que nada porque  sin duda, él no quiere ser rescatado. Los resultados de las urnas, lo que han decidido nuestros votos es desolador e ingobernable bajo principios de cordura, pero tenemos que dejar que decidan los partidos. Yo creo que la única manera de enderezar este panorama se sustenta en que los españoles vean de qué son capaces los políticos. Enfrentarnos a la cruda realidad y sentir en nuestras carnes el dolor de sus acciones es la única esperanza para que despierte esta sociedad aletargada de cañita y pincho.

Ya hemos aceptado cualquier cosa. No se pacta por afinidad de proyectos, sino por ambición de poder. Se prostituyen los resultados de las urnas con acuerdos contra-natura por odio al otro o desprecio al votante. La silla determina el comportamiento del partido según en qué caso. A falta de virtud la cama redonda es una solución aceptada. Como tahúres, nuestros políticos se juegan nuestro voto y voluntad al mejor postor. Los acuerdos se incumplen, la palabra no vale una higa, la honestidad es menospreciada, los principios se han dejado en el desván. 123 escaños ahora son claramente la voluntad de gobierno elegida por los españoles; antaño no significaban nada. Esta casta política hay que arrasarla. Hay que echar a tanto amancebado, hay que dinamitar tanta podredumbre, hay que recuperar España… pero el camino no está en los pactos. El camino está en el interior del hombre, en la virtud, en la recuperación de la moral y la ética. Mientras no cambiemos al hombre para que vuelva a ser hombre estamos perdidos.

Añoro estrechar una mano forjada por el trabajo y que el solo tacto transmite nobleza y honestidad y su presión natural, el cariño y la confianza en el que está detrás; la mirada mantenida un instante corrobora esa tranquilidad de estar ante una persona que se viste por los pies.

Última modificación: 05/07/2019

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