Esta mañana de domingo 1 de mayo estando escuchando una breve entrevista al Cardenal Fernando Sebastián en el programa de Cristina López Schlichting de la Cope, con motivo de la publicación de este libro, Memorias con Esperanza, me han llevado a sentarme delante del ordenador para reflexionar sobre algunos de los conceptos e ideas allí transmitidos. Me ha abierto el apetito de comprar el libro e ilustrarme con este testimonio templado. Coincide también que hoy celebramos el día de la Madre, y la Iglesia Católica es nuestra Madre y me lleva a ponerla en primer plano con la seguridad de que sus palabras y su papel en los tiempos que vivimos es clave para augurar un futuro de progreso en España.

Hablaba el cardenal de su infancia en Calatayud describiendo cómo vivió y aprendió valores como responsabilidad, austeridad, recidumbre, fortaleza de carácter, valentía… en años de escasez y hacía hincapié en que todas estas virtudes son más fácilmente adquiribles en ambientes recios que en ambientes de despilfarro y comodidades, donde es más fácil caer en la exigencia y en forjar caracteres débiles que sucumben a las primeras dificultades o privaciones. Es lo que vive nuestra sociedad cebada de todo tipo de comodidades que se sustenta en exigir derechos sin asumir obligaciones. Describe que entonces, en los años 31-34, la asistencia a la misa dominical era una excepción, siendo pocos los del barrio que se veían en esta celebración. Cuenta que su padre salía de patrulla algunas noches para vigilar que no quemaran conventos e iglesias -que de vez en cuando sucedía-. Este hecho me impele a pedir que seamos capaces de situarnos en la época y en la piel de los que vivían esta persecución a la Iglesia que hoy también vivimos. Pero no hagamos como habitualmente hacemos, pensando como hombres del siglo XXI que extrapolan su pensamiento y juicio a acontecimientos, hechos y actitudes de otra época. Debemos hacerlo al contrario, sumergirnos en los hechos históricos, contextualizando y revistiéndonos con la forma de ser y pensar de ese momento, para entender los diversos comportamientos y acciones de las personas. Hoy pensamos que la Iglesia es la represora de la Inquisición y la que vivía justificando al franquismo, olvidando que la Iglesia nació con Jesucristo, perseguida entonces y desde entonces hasta hoy, y que en la reciente historia de España de la dictadura de Franco, más que amparar, sufría la tutela del Estado. Tras el Vaticano II y la petición de Woigtila de libertad confesional a los regímenes comunistas, la Iglesia española demandaba a Franco ese mismo deseo y petición de separación del Estado, más bien, libertad para transmitir la fe alejado de cualquier connotación política. El discurso del Cardenal Tarancón en el 75 con motivo de la coronación del rey Juan Carlos, escrito por el hoy Cardenal Sebastián, deja muy claro esas dos ideas de acogida a toda alma y respeto por otras confesiones religiosas, solicitando el libre ejercicio personal de sus creencias y la petición de desvinculación de la Iglesia respecto al Estado.

Finalmente, el autor nos conmina a ser luz en el mundo, a brillar con nuestro proceder, a acoger a toda alma, a propagar el evangelio, a ser misericordiosos como el Padre es misericordioso con nosotros y a desterrar cualquier actitud de prepotencia, de dogmatismo, de condena hacia los demás. Debemos ser seguidores de Cristo y obedientes a su voluntad para atraer a otros a la única Verdad que es el mismo Jesucristo. Esta es la actitud que abrió el camino del perdón en la transición y el que debería seguir rigiendo en nuestro tiempo, olvidando y perdonando, con la mirada puesta en mejorar la vida de los españoles. Esto es difícil, cuando los representantes políticos del momento se han educado en la opulencia y en la exigencia de derechos, sin capacidad de sacrificio y sin capacidad de empatía con tantas situaciones adversas y de sufrimiento que viven tantas personas tras esta crisis brutal. Si fueran conscientes de que gobernar no es un juego de niños sin consecuencias, sino que sus decisiones afectan en la carne a tantas personas, podrían actuar con responsabilidad y misericordia.

Me despido haciendo una llamada a la reflexión en la nueva convocatoria de elecciones del 26J. Cada uno sabrá qué hacer y cómo premiar la actuación de cada partido político. Los 4 protagonistas se han retratado y al final tras la remarcada irresponsabilidad de los 2 actores pactantes, alargando un proceso condenado al fracaso, nos venderán de nuevo sus recetas. ¡Qué acto de responsabilidad sería que los 4 líderes se fueran a casa y no se presentaran de nuevo! También soy consciente de que nuestra opinión no cambia y un voto no puede arreglar lo que estos 4 partidos ni saben, ni quieren, ni les importa una m… España. Votaremos lo mismo y volverán a jugar con nuestra voluntad interpretando nuestro voto como les convenga. Yo voy a votar de nuevo a Santiago Abascal, a VOX, porque creo que es un hombre recio, criado en la dureza de la persecución y porque dice claramente sin ambigüedades lo que piensa y lo que hará. Lógicamente del panorama político actual es el único partido que representa mis ideas con más cercanía y me encantaría que VOX recibiera los escaños que recibió Ciudadanos y que tan claramente para mí ha dilapidado. Estoy convencido que lograríamos el control al gobierno de reformas y afianzamiento que requiere nuestra querida España. Por favor, queremos libertad, que nadie organice a los demás y que los gobiernos no fiscalicen y se entrometan en los que realmente generan empleo y riqueza, los empresarios y los emprendedores. Más Amancios Ortegas y Juanes Roigs y menos Snchzs, Riveras, Pablos Iglesias o Rajoys.

Última modificación: 05/07/2019

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