Quiero empezar estas líneas con mi primer sentimiento de tristeza y sorpresa al recibir ayer por la noche un correo de Sara Moreno en el que nos trasladaba su tristeza por el fallecimiento de Montserrat del Amo; la definía como una gran dama, palabra que suscribo completamente. Tras esta triste noticia me intereso por encontrar algún detalle más de las circunstancias porque mantenía contacto con ella y no tenía noticias de problemas de salud y me he quedado helado con esta noticia. Pues bien, no he encontrado ninguna referencia al respecto en la prensa, cosa que me llena todavía más de tristeza y me da una idea de la nula importancia que le damos a la cultura. Espero que en estos próximos días aparezcan referencias al dato y se escriban sobre Montserrat grandes elogios por su vida y por su obra. Desde aquí mantendremos nuestras oraciones por su alma y súplicas para que nos cuide desde el cielo.

Os dejo la entrevista que le hice tras la publicación de su último libro Las Brit del 38. Tuvo la deferencia de concederme el privilegio de editarlo y para un lector aficionado como soy el que haya puesto el título que le sugerí a su libro, es un honor y satisfacción inmensa (cuando admiramos de tal forma a los autores por su don de llevarnos a tantas historias llenas de vida y sabemos que nunca podremos crear algo así, estar presentes en una publicación -aunque sea de esta forma tan escondida- supone un tesoro que guardamos en nuestro interior y que nos hace partícipes de esa grandeza del libro).

Espero, como decía antes, que se publiquen referencias sobre Montse y su obra en los próximos días. Mi interés o aportación a su figura quiero que sea más personal, por el cariño que le tenía y los buenos ratos que pasamos con ella a lo largo de los últimos 30 años. Para mí siempre fue una sorpresa, una novedad, una frescura constante el contacto con ella. Tras el aspecto exterior, que a primera vista sólo con la imagen parecía áspero o recio, o hasta algo amedrentador, con su palabra se volvía todo lo contrario, cercano, cariñoso, vibrante, lleno de vida, con esa alegría que nace del interior y que enseguida te atrapa, y te inunda y persiste tras su marcha, dejando esa huella de vitalidad que no ha dejado indiferente nada de lo que eres. Esta experiencia se ha repetido en cada contacto, que al menos una vez al año hemos intentado mantener a lo largo de estos años. Yo he sido el convidado que he disfrutado de su amistad con mi mujer desde que se conocieron cuando la literatura infantil y juvenil no era en absoluto considerada e incluso denostada como arte menor. Durante esos primeros años, para mí conocer a una autora era inimaginable, y la oportunidad de entablar amistad con autores como Montse fue indescriptible. Ya lo he dicho, pero cuando se ama un arte como la literatura que te da tantas cosas, tocar a los protagonistas que lo provocan es tocar a tus héroes.

De los libros de Montse, siempre he disfrutado con su sencillez y riqueza, un poco como al leer a Delibes, que se leen de forma tan natural, como que entra solo y que como sin esfuerzo estás dentro del libro, eres amigo de los personajes y al rememorar lo que acabas de leer caes en la cuenta de la finura del lenguaje, de la habilidad de la expresión, de la belleza de las palabras y habilidad para contarte tan bien una historia. Ahora pensando en este sentido me viene también a la cabeza los escritos de Benedicto XVI en los que siempre me sorprende la capacidad para decir las cosas de forma tan precisa y tan limpia; pues esto también me pasa con Montse en sus libros.

Ella siempre decía que escribía sobre personajes y quizás ahí está la respuesta a todas las sensaciones que te transmite en sus libros. Mi admiración por ser capaz de contarte una historia muy sencilla pero que te agarra y hasta que la terminas eres esclavo de su trama. Historias de personas muy bien perfiladas y que suponen encuentros reales con sentimientos y situaciones en las que inevitablemente empatizas.

Gracias, Montse, por tantos momentos de cercanía y de charla, gracias por mantener al menos esa cita anual para cenar, para unirte a nuestra familia, por tu sopa bullabesa -equiparable a la de mi suegra- gracias por concederme el honor de publicar uno de tus libros, por tu generosidad y por contagiarnos siempre de tu mundo y contarnos las cosas de otra forma, por contarnos tus anécdotas y visión siempre diferente -siempre recordaremos tu descubrimiento de las ‘sirenas’ en el Madrid de la guerra, o las cataratas de Iguazú que ve un niño al contemplar una fuente-.

Te guardamos en el corazón y nos mantenemos unidos en la oración. ¡Cuídanos ahora más de cerca! y sigue creando nuevas historias tan maravillosas.

Última modificación: 05/07/2019

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