No es un título de mi cosecha, sino que es una charla en la que asistí el pasado viernes impartido por un sacerdote en nuestro grupo de matrimonios de la parroquia. Como todas las anteriores no tiene desperdicio y supone un acercamiento a temas muy presentes en el día a día y por eso quiero esta vez hacer un comentario; parte resumen de los argumentos e ideas presentadas y parte con mi visión al respecto.

La primera idea es que efectivamente el mal constituye un problema para cualquier persona, porque le supone un sufrimiento personal al margen de cualquier interpretación que queramos hacer. Ante este hecho ineluctable la primera reacción debe ser de respeto absoluto ante este sufrimiento. Vamos a tratar de razonar las dos vertientes que presenta cualquier mal:

1. Por un lado está el mal que deriva de la acción del corazón del hombre. A priori parece que todos entendemos con la razón cualquier daño que se derive de actitudes y acciones del hombre que suponen egoísmo, lujuria, soberbia, ira… porque son acciones que cometemos por frustración, impotencia o por obtener beneficios para nosotros o imponernos sobre los demás. Por decirlo de algún modo supone que se entiende que el que actúa mal y provoca el mal a otros obtiene sus recompensas y por ello la razón nos hace comprensibles estas actuaciones.
2. La otra vertiente está en el mal provocado por causas naturales: desastres de la naturaleza, enfermedad, accidentes diversos… que inmediatamente nos remiten a señalar a un dios como máximo culpable que permite que ocurran sin beneficio para nadie. Y automáticamente le echamos en cara su actitud y surgen la preguntas de ¿qué ganas con ello… por qué lo permites… por qué nos castigas…? es decir que al margen de que creamos o no en Dios, nuestro consuelo está en cargarle el muerto para responder a preguntas sin respuesta.

La verdad es que a mí nunca me han resultado ambiguas ninguna de las dos situaciones y encuentro que el segundo caso se responde por sí mismo, sabiendo que estamos en un mundo físico peligroso al que el hombre a través de la técnica y ciencia intenta contener y dominar. Pero es muy claro que la fuerza de la naturaleza es muy superior en determinadas circunstancias y es difícil de contener en todos los casos. Nuestra naturaleza débil, nuestra carne, es propensa al desequilibrio y la enfermedad está siempre presente en nuestra vida. por ello, no me sorprenden estos desastres y desajustes desde el punto de vista lógico.

Otra cosa es la vida, cómo reaccionamos cuando sufrimos cualquier pérdida provocada por dichos desastres. Yo me lo planteo y sé que por muy claro que tenga la teoría cuando te toca puedes caer en cualquier contradicción y gritarle al mundo y a Dios por la injusticia que sufres, por qué tú, por qué a tu familia o seres queridos… Pero creo que es bueno al menos pensar sobre ello para estar al menos sobre aviso ante el sufrimiento.

La única forma que entiendo puede dar sentido a cualquier sufrimiento es el ofrecimiento y el refugio en un Dios bueno que nos quiere. No tengo todas las respuestas, no entiendo el plan divino, en el que creo, no veo en el momento del dolor el sentido, pero sí sé que tiene un sentido, sí sé que hay un plan de Dios que esconde detrás de esta oscuridad un bien superior y sólo puedo decir, Jesús confío en Ti.

No entiendo racionalmente la cruz de Jesús, qué le llevó a Dios Padre a entregar a su Hijo y permitir que nos salvara sufriendo ese Calvario, pero mi única reflexión es pedirle que me ilumine para entender qué mal, qué ofensa le hizo el hombre a Dios para que tuviera que expiar esta falta con tal sacrificio. Al lado de este acontecimiento protagonizado por el mismo Dios, cualquier otro mal sufrido por el hombre adquiere un punto de luz cuya respuesta debe ser unir ese sufrimiento a la entrega de Jesús en la cruz y ofrecerlo al Padre en redención.

Por otro lado, reflexionando, el bien, el don que más aprecio es la Libertad. Y tiene este precio. Cuando nos quejamos a Dios de porqué permite tal o cuál, le estamos diciendo que nos trate como ‘cucarachitas’, que no podemos tomar nuestras decisiones. La mayor prueba de nuestra libertad es la constante presencia de Dios en nuestra vida ofreciéndose, se humilló y se hizo carne y se entregó a la muerte y una muerte de cruz, como dice el evangelio. A María le pidió permiso para encarnarse jugándoselo todo a la voluntad de María, conmigo me dice lo mismo, estoy aquí siempre contigo, cuando sufras acude a Mí, te quiero incondicionalmente, comparte tus preocupaciones conmigo, pídeme perdón para que te sane…

Aquí es cuando aparece el infierno, que existe y para mi es prueba de que soy libre. El Señor nos permite negarle y optar por rechazarle. Si elijo así, no podré estar en el paraíso con Él porque no quiero. Esto es el infierno. Curiosamente siempre encontramos opiniones tanto de católicos como no católicos que dicen que no existe el infierno por diversas razones, pero en mi opinión si no existiera el infierno toda esta vida sería una broma de un dios que no se toma en serio ni la vida ni la libertad que le concedió al hombre. Yo no creo en este dios caprichoso, creo en un Dios bueno que nos ha demostrado con su Hijo lo que significamos para Él.

Finalmente, en la misma medida, creo en la existencia del Diablo. Lucifer el ser espiritual más perfecto creado por Dios se rebeló y quiso ser Dios. Esta negación del Bien le ganó liderar el Mal, no como igual sino como poseedor eterno del frío que supone la ausencia total del Bien; porque lo rechazó para siempre y no tiene redención. No así el hombre, hecho a imagen de Dios que se ha ganado por exclusiva Gracia, la posibilidad de redención a través del sacrificio de Cristo. Durante nuestra vida y hasta el último instante, hasta el último aliento podemos implorar perdón y pedirle a Jesús que queremos estar con Él en la eternidad y Dios nos lo concederá. Sólo se lo tenemos que pedir como el buen ladrón en la Cruz.

A veces tenemos la tentación de menospreciar la vida de gracia aquí en nuestra vida terrenal. Decimos… disfrutemos de los placeres de esta vida y al final le pedimos perdón a Dios y hala para el cielo. Es una visión muy triste de la vida divina, queremos hacerle trampa hasta a nuestro Dios. Supone además de este menosprecio a vivir pegado al Señor todos los días de nuestra vida un pensamiento de que los supuestos placeres de este mundo son un plato prohibido, que Dios los ha puesto ahí para disfrutar privándonos de los mismos. Es una estupidez analizando el tema con objetividad, pero nos lo creemos y además los ponemos por encima de la vida eterna que nos reserva el Señor. Es una falta de confianza en nuestro creador que demuestra claramente que dios nos ha hecho libres. Yo te he creado, Yo sé lo que te va a dar la felicidad eterna, Yo tengo preparado un banquete para ti, Yo te muestro el camino, confía en Mí. ¡Pero tú decides!

Como deseo final, para mí y para cualquiera, no quiero pedirte explicaciones sino que sienta Tu presencia siempre, especialmente cuando sufro; ilumíname y dame Gracia para ofrecerme contigo en esos momentos.

PD. Esta semana precisamente pasaron por televisión la película Lo imposible, basada en la historia real de la familia Álvarez Belón que sufrieron en primera persona el tsunami que hubo en el sudeste asiático y que afectó entre otras costas a la tailandesa en diciembre de 2004. La película realmente fue impresionante y oir y ver a la madre, María Belón, narrar su experiencia con esa entereza fue todavía más impresionante. Mi mayor sorpresa, de verdad, fue que no apareciera en absoluto Dios en ningún momento. En todo momento se refería a «la vida» como única referencia trascendente. No es una crítica hacia ellos; en todo momento me sentí muy cerca de su sufrimiento y me admiró su fortaleza y serenidad, su proyección de familia, entrega y amor. Pero sí me quedó esa perplejidad por la ausencia del nombre de Dios en este relato. Dudo de que yo hubiera sido capaz de un comportamiento tan ejemplar ante esta tragedia que te golpea de esta forma tan brutal, pero sí estoy convencido que hubiera puesto a Dios en primer plano para poder pasar por ese trance con su guía y ayuda.