Estamos en la era del RELATO. El hecho en sí ya implica que vivimos en la era de la mentira, en la era de la imagen, en la era del interés propio, en la era de la manipulación. Si separamos la verdad del mensaje es que claramente estamos construyendo una realidad a nuestro gusto, a lo que nos conviene, a lo que en ese momento consideramos adecuado comunicar para obtener algún tipo de rédito. Es indiferente cuál sea la verdad, lo conveniente es elaborar un cuento que por machacón, por favoritismo, por clientelismo, por fanatismo, por… la audiencia se lo vaya a tragar y aceptar como verdad.

Los maestros de la mentira, los fabulistas, los creadores de corrientes de opinión, los interlocutores impuestos por esos mismos que difunden relatos, los analistas de opinión, los magos de las encuestas, los visionarios de las tendencias son los puestos más demandados por esta casta política que no quiere trabajar, que no quiere solucionar los problemas reales del ciudadano y que son auténticos parásitos de la sociedad. Pero lamentablemente son los que mandan.

A partir del 2004, con la inesperada victoria del infame Rodríguez Zapatero, hubo un punto de inflexión que inició una loca carrera por construir la plataforma del privilegio soportada por el españolito de a pie. Rajoy a ahora Sánchez encantados de seguir consolidando esta palpable aunque invisible red de privilegiados. Para mantenerla se inventó el RELATO. Los paganinis de los devaneos y desmadres engullimos sin despeinarnos lo que nos echen. Todo viene bien disfrazado de la moda que éstos listos ponen previamente en todos los canales de información. Que si los derechos sociales, que si los LGTBIs, que si la mujer y su empoderamiento, que si los okupas, que si el machismo, que si los fascistas, que si la cultura, que si Franco, que si las 7 Rosas, que si las pateras, que si, que si, que si…

Siempre es mentira, porque a estos sinvergüenzas y los que siguen subiéndose a este carro del RELATO al final siempre buscan lo mismo: privilegios, exenciones, chalets, viajes, engrosar su patrimonio o empezar a tenerlo, el Falcon, la adoración… TODO menos hacer SU TRABAJO, menos prestar un servicio público. Cuanto más se les llena la boca de RELATO, más están robando y MENOS están haciendo y trabajando para lo que han sido elegidos.

En resumen que estoy del RELATO hasta los mismísimos…

Supongo que me he quedado obsoleto y lo que es peor no me resigno a perder la capacidad de pensar, de tomar decisiones racionales, justas, generosas. La belleza y la verdad no son metas a descartar y deben ser nuestro horizonte. Que la diplomacia, más bien diría que la delicadeza nos empujen a transmitir la verdad de una forma bella que no hiera por gusto, no significa que construyamos un RELATO que sepulte dicha verdad. Es más cómodo, desde luego, porque el RELATO no nos compromete, siempre actuando y a fuerza de cambiar y adaptar el RELATO perdemos la conciencia y ya no nos duele. La frase atribuida a Groucho Marx, «Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros» refleja perfectamente la trastienda del RELATO y por ende la clase de HOMBRE que impera hoy.

Un último ruego. ¡¡¡ NO ME HABLEN MÁS DEL RELATO, digan LA VERDAD!!!

Última modificación: 08/08/2019

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