Vengo ya diciendo desde hace tiempo que el paradigma del hombre, el prototipo del hombre moderno es totalmente nuevo. Se han destruido los principios y valores de nuestros padres o de nuestros abuelos, del hombre del siglo XX, que en mi opinión, con sus matices, mantenía la moral y valores que en el siglo I proyectó Jesucristo.

El honor, la lealtad, la caridad, el esfuerzo, el mérito, el sacrificio, la entrega, la justicia… son agua pasada. El hombre del siglo XXI está hecho de clichés, de mantras insertados en su ADN y que no responden a la realidad, sino a deconstrucciones, trampantojos, idealizaciones o shows adecuados a una moda sin fundamentos. Cualquier soflama creada desde el interés de una ideología progre es aceptada sin discusión por este prototipo humano tan vacío. Lo curioso es que en número no son mayoría, porque esta generación, como todas, con sus particularidades y diferencias está en otra historia, pero es tal el poder de estos manipuladores del lenguaje, de estos publicistas del poder, que utilizando unos medios de comunicación sumisos y amorales -receptores del dinero de estos poderosos- consiguen convencernos de que ellos son los buenos. Dale a un comunista los medios adecuados y coseguirá convertirnos en sus vasallos.

Sí, han logrado destruir todo valor que huela al humanismo cristiano, base de nuestra civilización occidental. Los perpetradores de esta aberración son los mismos liberticidas y totalitarios que tienen por bandera palabras huecas muy sonoras y por actos abusos, prevaricaciones, enchufismos, condenas al discrepante y autocoronaciones constantes, porque no resisten adorarse cada segundo. Están enamorados de sí mismos. Son Nerones. La perversión del lenguaje es su arma preferida. Democracia, solidaridad, sostenibilidad, consenso, moderación… crispación, fascismo, franquismo, extrema derecha… son palabras sin base real que utilizan indistintamente para arroparse bajo la bandera de la modernidad y para juzgar y sentenciar al adversario, que ya es enemigo.

Esta semana, en Tele 5, el presentador de Sálvame -en la foto- se arropa en la dignidad y condena sin base a su enemigo. Pero representa perfectamente este prototipo de hombre al que me refería. Niño progre, millonario, sumiso al poder y autoconvencido de ser el mayor defensor de la decencia y la dignidad. Y además intocable, porque cualquiera que se defina de izquierdas y además pertenezca a una minoría santificada por el lobby LGTBI… puede decir lo que quiera, aunque como el resto del club, hable sin hechos que respalden sus palabras. No sé en su caso, pero suele coincidir que todos estos comunicadores y aprovechados que tienen cuentas millonarias se han criado a los pechos del Movimiento. Sus padres y abuelos fueron gerifaltes durante la dictadura de Franco y criaron a sus hijos entre algodones. Ahora demuestran ser hijos malcriados pero muy hábiles llenándose los bolsillos sin estúpidos escrúpulos. Han enterrado a su conciencia. Son fieles serviles de la ideología dominante, siempre que esté bien pagado.

Última modificación: 25/06/2020

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