Este pasado viernes tuve la dicha de asistir a una presentación de la hermana María Guadalupe, misionera en Alepo (Siria), en la Parroquia de La Visitación de Las Rozas de Madrid, que nos ha mostrado la realidad y nos ha expuesto la verdad de lo que ha estado viviendo desde que estalló la guerra en el 2011. Cuatro años de guerra, en los que una ciudad estuvo sitiada durante el primer año sin que transcendiera al resto del mundo. La hermana Guadalupe, nos presenta la realidad de las personas, cristianos perseguidos en el Medio Oriente, que sobe todo nos invita a despertar de lo que nos venden los medios de comunicación y entender de verdad la vida de los que sufren allí. Siria, país con grandes recursos naturales de petróleo y minerales, geográficamente en una ruta comercial de paso muy atractiva, vive en una dictadura que sin embargo no ha impuesto la ley musulmana y por ello la convivencia con la fe cristiana era de las mejores del área en cuestión. Desde nuestra mentalidad occidental, nos recalca la hermana, parece que la democracia es suficiente para justificar y potenciar este cambio sin caer en la cuenta que toda esta guerra es muy productiva para grandes grupos de poder económico interesados en mantener conflictos que sigan traficando con armas y manteniendo este lucrativo negocio como el mayor del planeta.

La llamada Primavera Árabe que parece iba a renovar esta dictadura con el aire fresco de la democracia ha sido sólo la excusa para invadir con grupos terroristas minoritarios un país rico, diezmando a la población y vendiendo a occidente que estaban luchando contra el régimen dictatorial de Bashar al-Ásad. En su relato, la hermana Guadalupe, nos descubre esa gran mentira que aceptamos inocentemente en el resto del mundo de que ha sido una explosión del propio pueblo sirio el que se ha revelado contra el régimen. Las manifestaciones existieron, efectivamente, pero las imágenes reales de las mismas lo que decían era que apoyaban a su gobernante y sólo los grupúsculos, microminoritarios entonces, terroristas financiados de forma interesada eran los que estaban provocando un conflicto inexistente hasta entonces. Las grandes víctimas son los propios musulmanes en origen con especial saña contra el 5% de crisitanos residentes que convivían sin problema hasta hace cuatro años en la zona.

Todo lo que pueda describir en este post es insuficiente y menos impactante que oir directamente el testimonio de la hermana Guadalupe y que de forma generosa ha subido La Visitación en su Web. Si me gustaría desatacar dos cosas: la primera, el fuerte carisma de esta hermana, su profundo optimismo, su inagotable humor, su enamorado servicio y la alegría profunda que sólo puede residir en una completa sintonía de su fe en Nuestro Señor Jesucristo y la segunda un aspecto que destacaba en su testimonio retándonos a empatizar lo que supondría para nosotros, occidentales, vivir como ella diariamente el horror que nos produjo el reciente atentado de París. Esta es su realidad diaria, vivir acostumbrada a los bombardeos continuos, la muerte de tus conocidos cada día y la incertidumbre de que tú puedes ser el siguiente.

Un último apunte que nos debe hacer reflexionar en nuestro ambiente occidental es la alegría de los cristianos perseguidos allí que según nos remarca la hermana Guadalupe. Personas que tenían todo desde el punto de vista material y que de la noche a la mañana se quedan sin nada se transforman, por el sufrimiento, en personas fuertes conscientes de que lo único valioso de este mundo es el alma y que es lo único que queda para toda la eternidad. Gran punto de reflexión para tomar conciencia en que la educación basada en dar todo genera personas sin fortaleza que se caen ante la primera dificultad de la vida.

Me callo y os invito a disfrutar, reir y llorar con el testimonio de la Hermana Guadalupe que la parroquia de La Visitación comparte con nosotros (a partir del minuto 17 empieza su testimonio tras una breve presentación de los proyectos de AIN: Ayuda a la Iglesia Necesitada):

Enlaces:

– SOS Cristianos en Siria
– Parroquia Nuestra Señora de La Visitación